La vendimia se inicia por lo general a finales de septiembre pudiendo alargarse hasta mediados de noviembre ya que la altitud a la que se encuentran los viñedos retrasa la maduración.
Bajo estas condiciones climatológicas, se favorece una lenta maduración de las bayas que alcanzan la perfecta maduración fenólica. Los rendimientos por cepa son bajos y el cultivo se desarrolla sin apenas incidencias de plagas y enfermedades criptogámicas.